
Había una vez una niña que se llamaba Saray. Era rubia, de ojos marrones oscuros, boca chica y nariz mediana. Le decía siempre a su madre, que se llamaba Nerea, que no fuera a todo los lados en coche, que fuera en bicicleta o andando, pero la madre no le hacía caso. Un día la madre le dijo: -Hija ¿Me puedes coger la llave del coche?- -¡Mamá vamos andando!-dijo la niña muy contenta.
-H¡ja, mamá, el coche contamina mucho. Ojalá no existieran los coches -dijo Saray. -Pues yo me quedo en casa.
La madre no le echó cuenta y se fue a comprar. La hija se puso muy triste y se fue a su cuarto a hacer los deberes. Llegó la madre y la hija le explicó todo lo que contamina un coche y al final Saray la convenció. La madre prometió que usaría la bicicleta en trayectos cortos. Autora: Saray Fernández Peláez
No hay comentarios:
Publicar un comentario