Había una vez una niña que se llamaba Sandra, a la cual le gustaba reciclar y ayudar al medio ambiente, aconsejando a la gente sobre la contaminación.
Un día Sandra se encontró a un niño que estaba destrozando las plantas del parque y le dijo:-Oye, tú, ¿no sabes que eso está prohibido?-le explicó.
-¿Él qué?-contestó él con tono pasota
-¡Que va a ser!¿crees que eso de ir destrozando plantas por ahí está bien?-le dijo un poco mosqueada.
-Bueno...es que me aburro y solo se me ocurre arrancarles los pétalos a las flores y esas cosas.
-Mira, no lo vuelvas a hacer. ¿Te gustaría que a tí te arrancarán un ojo? ¿A que no?-le hizo comprender ella.
-Nooo...ya no lo volveré a hacer, te lo prometo-contestó el niño.
-Por cierto, ¿cómo te llamas?-le dijo con curiosidad.
-¿Yo?
-Sí, tú.
-Yo, Manuel y ¿tú?-quiso saber
-Yo, Sandra .
-¿Quieres venir conmigo? Quiero que aconsejes a mis amigos ya que ellos también lo hacen-le invitó él.
-!Venga , vale¡-contes

Los dos fueron a una plaza donde estaban los amigos de Manuel, que por cierto estaban jugando a darle patadas al tronco de un árbol.
Sandra se presentó:
-Hola, me llamo Sandra y vengo para deciros que no podéis ir destruyendo la naturaleza-habló con tono convincente.
-¿Por que?-se escuchó una voz por allí
-¡Porque no! ¿A que os gusta ir al campo y ver que hay árboles que dan sombra y todo eso?¿A que sí?.
-Síííí-se escuchó una voz unánime.
-Bueno, si es así, no debéis destrozarla naturaleza.
-Y ahora a jugar- dijo Manuel muy contento.
Desde entonces toda la pandilla, (Sandra incluida) juegan todos los días en el parque y corrigen a la gente que estropea las plantas.
AUTORA: Lourdes Risoto
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